Por Nancy Pérez Medina.
Los mexicanos recuerdan con cariño y respeto a Benito Pablo
Juárez García, una de las principales figuras de su historia. De origen
indígena, dio un ejemplo de dignidad al mundo en su enfrentamiento a la
invasión francesa a su país. Como presidente de México expidió importantes
leyes, sin precedentes en el mundo, a excepción de los decretos de la
Revolución Francesa.
Nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao. Quedó
huérfano a los tres años y vivió su infancia como peón agrícola y pastor de
ovejas. Solo hablaba lengua zapoteca y tenía 12 años cuando llegó a Oaxaca a trabajar
como empleado, hasta que un sacerdote le facilitó ser aprendiz de artesanía y
estudiar la abogacía, labor que dedicó a la causa de los indígenas.
Como político ocupó diferentes posiciones en la
administración local, estatal y nacional, y llegó a ser Presidente de la
República en tres oportunidades. Siendo gobernador de Oaxaca abre nuevos
caminos, reconstruyó el Palacio de Gobierno, fundó escuelas, hizo un plano de
la ciudad y una carta geográfica. Manejó prudentemente el presupuesto estatal.
Tuvo que emigrar a los Estados Unidos en 1853 como
perseguido político. Dos años después regresó y fue nombrado Ministro de
Justicia e Instrucción Pública, desde donde emitió la Ley sobre Administración
de Justicia y Orgánica de los Tribunales de la Nación, del Distrito y
Territorio (conocida como Ley Juárez), que eliminó los privilegios que tenían
los militares y la iglesia sobre el resto de la sociedad.
En 1857 el presidente Ignacio Comonfort, quien había dado un
golpe de Estado, lo detuvo. La profunda división entre liberales y
conservadores originó la Guerra de Reforma. Juárez recobró la libertad en 1858
y asumió la presidencia en Guanajuato. Expidió las llamadas Leyes de Reforma,
que declaraban la independencia del Estado frente a la Iglesia, la ley sobre matrimonio
civil y registro civil; el traspaso de los bienes de la Iglesia a la nación; la
secularización de los cementerios, entre otras medidas a favor de su país.
Electo Presidente Constitucional de México, el 15 de junio
de 1861, encontró un país devastado tras varios años de guerra, por lo que
decidió suspender por dos años el pago de la deuda externa. Para exigirlo,
España, Inglaterra y Francia envían sus tropas. Entre 1864 y 1867 se establece
el Imperio de Maximiliano de Habsburgo, con el respaldo de Napoleón III.
Juárez lideró entonces una guerra por la liberación
nacional. Ejerció la presidencia desde diferentes lugares del país, y solo se
dirigió a Ciudad de México el 15 de julio de 1867, después que Maximiliano fue
juzgado y fusilado. En octubre de ese año fue reelecto presidente y se
concentró en la organización económica del país, la reducción del ejército, el
impulso de la reforma educativa y el control de los alzamientos militares.
En 1871 Benito Juárez resultó reelecto nuevamente como Presidente
de la República. Falleció el 18 de julio de 1872 en el Palacio Nacional, de un
ataque de angina de pecho. Conocido como “El Benemérito de las Américas”, su
famosa frase “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al
derecho ajeno es la paz” es utilizada por numerosas personas en el mundo,
cuando quieren exigir respeto evitando la violencia.
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