sábado, 19 de mayo de 2012

Empresas sin jefe el nuevo liderazgo


Por: Polly LaBarre
La premisa del programa -que la única manera de saber qué está ocurriendo realmente en su organización es que el jefe se haga pasar de incógnito en los frentes de la empresa- es, con demasiada frecuencia, una realidad en las organizaciones de cualquier tamaño. Sin embargo, al mismo tiempo, la visión del jefe como la autoridad suprema con el poder heroico de irrumpir y salvar el día -ya sea que eso signifique pagar una hipoteca, conceder un ascenso instantáneo o revocar una política criticada- domina en la vida real, así como en la televisión de 'realidad'.
Pocas figuras son al mismo tiempo tan vilipendiadas y veneradas como la de 'jefe'. El problema no es con las personas que llenan ese puesto (eso es otra historia), sino con el papel mismo. La organización 'moderna' fue fundada bajo el principio del control: una autoridad central que determina la dirección, concentra la información, coarta el poder de decisión, y castiga las desviaciones de la norma.

Eso pudo haber funcionado en un mundo en que la estandarización, la previsibilidad, la conformidad y la disciplina eran suficientes para producir beneficios en masa. Pero no funciona en un mundo en constante cambio, con competencia en todas partes, y donde el conocimiento se ha convertido en un bien comerciable. Y ciertamente no funciona en un mundo en el que hay tanta hambre por una mayor humanidad, libertad, y significado.

Hemos llegado a un punto de inflexión en lo que respecta a la forma en que organizamos el esfuerzo humano. Las organizaciones más inspiradoras de hoy están experimentando con aquello que hace que la gente se levante de la cama por la mañana y lo que dispara su imaginación, su iniciativa y su pasión. Y los mejores jefes entienden que su poder no proviene de mantener el control, sino de idear maneras para dar rienda suelta a una mayor libertad y creatividad entre su personal.

Por supuesto, la ideología del control está profundamente arraigada en nuestras organizaciones. Cincelar los bordes no provocará un cambio significativo. Es por ello que es muy instructivo aprender de organizaciones que han acabado con la jerarquía tradicional y han aprendido a gobernar sin jefes y a gestionar sin directivos. Puede que estos experimentos de larga duración en la democracia organizacional y en la autonomía radical hayan 'nacido de ese modo', pero ofrecen un conjunto de ideas y enfoques para reflexionar y redistribuir el liderazgo en cualquier organización.

Compañeros antes que jefes
Morning Star es la empresa procesadora de tomate más grande del mundo y, probablemente, uno de los modelos más destacados de la gestión sin directivos a nivel mundial. La compañía del centro de California fue fundada por Chris Rufer en 1970, con un enfoque organizacional distinto. Según Paul Green, Jr., quien dirige el área de formación y desarrollo de Morning Star, esa filosofía asume que "las personas son más felices cuando tienen control personal sobre sus vidas; y que las organizaciones más humanas son aquellas en las que la gente no es administrada por los demás, sino en las que los participantes se coordinan entre sí, gestionando sus propias relaciones y compromisos con los demás".

Hoy en día, Morning Star es un negocio complejo con capital intensivo de 700 millones de dólares, que ha registrado un crecimiento de dos dígitos durante 20 años (en una industria con una tasa de crecimiento anual de alrededor de 1%), y un conjunto de 400 colegas, sin jefes, títulos o descripciones puestos de trabajo, quienes determinan sus propias funciones y responsabilidades, negocian sus compromisos de igual a igual, y toman sus propias decisiones acerca de a quién contratar y cómo gastar el dinero de la compañía.

En lugar de luchar de manera incómoda contra una jerarquía rígida, el sistema CLOU permite a los colegas de Morning Star operar en una jerarquía 'natural' basada en la experiencia, los logros y la rendición de cuentas. Las personas no se mueven "hacia arriba" en Morning Star, sino que crecen en respeto y responsabilidad (así como compensación) en función de sus contribuciones.
Del mismo modo, las ideas no son llevadas hacia arriba en la cadena de mando, sino que viajan hacia los colegas pertinentes. En este sistema, en el que nadie (y todo el mundo) es el jefe, las relaciones fuertes crean una organización más fuerte.
FUENTE: cnnexpansion.com

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